Consejos para preparar una Comunión

Tenemos mayo, el mes de las comuniones a la vuelta de la esquina. Sabemos que sois muchas las familias que este año vais a vivir en primera persona la celebración de este sacramento.

Por eso hemos pensado que quizá os gustaría conocer el punto de vista de otros papás en vuestra situación.

Nosotros contamos entre nuestros amigos con Auxi Rueda, periodista experta en redes sociales, responsable de prensa del Obispado de Ávila y, sobre todas las cosas, mamá de Lucía y Alma.

Con ella os dejamos.

CÓMO PREPARAR UNA COMUNIÓN Y NO MORIR (NI PERDER LA CABEZA) EN EL INTENTO

Me ha tocado. Este 2018 es el año en que mi hija mayor recibirá su Primera Comunión. Y ahí estamos, inmersos en preparativos en espera de que llegue el gran día. Siempre pensé que cuando se acercara este momento, tendría las ideas muy claras con respecto a qué hacer o cómo enfocar este acontecimiento según mi forma de pensar. Sin embargo, con el paso de los meses, me veo en ocasiones arrastrada por la corriente social, sin saber muy bien cómo.

consejos para preparar una Comunión
El año en el que uno de nuestros peques celebra su Primera Comunión se acumulan las ‘tareas’.

Por eso, sirva este texto también como un cierto grado de desahogo personal, de reflexión, de reiniciarme. Para intentar no perder demasiado la cabeza, ni el bolsillo.

Quizá alguien ha empezado a leer este artículo pensando que le iba a aportar ideas para hacer un candy bar muy ‘cuqui’, o qué regalitos son más adecuados para los invitados. Lo siento,estas líneas no van precisamente por ese camino.

NO LO OLVIDEMOS: ES UN ACONTECIMIENTO RELIGIOSO

Seamos claros desde el principio. La Primera Comunión es lo que es: un acontecimiento puramente religioso. Ni más ni menos. No es la fiesta en sí. No es el banquete, las fotos, el castillo hinchable. Es el hecho de recibir un Sacramento esencial para la vida del cristiano en su despertar religioso.

La Primera Comunión es especial porque el niño se dispone a recibir el mejor regalo de todos, que es el mismo Jesús. Todo lo demás viene por añadidura social. Mejor dicho, por añadidura de los padres, que terminamos por dificultar con ello la comprensión de lo esencial de este momento: acercarse a la Eucaristía por primera vez.

Consejo para preparar una Comunión
No lo olvidemos: la Primera Comunión es, ante todo, un Sacramento.

No es necesario hacer grandes gastos para recibir al Señor; basta con una iglesia, un sacerdote y un niño preparado previamente en catequesis. Punto. Bueno, y una pequeña fiesta que recuerde ese acontecimiento, que tampoco vamos a negarnos a ello. Todo lo demás, lo que se salga de este guion, convierte el Sacramento en una especie de compromiso social; que sí, que será algo único para la familia, un día para que el niño lo disfrute, pero termina devorando la raíz misma de lo que propicia ese festejo.

También hay quienes quieren que sus hijos tomen la Comunión “porque todos lo hacen, porque es un día muy bonito para ellos, porque hay que celebrar que se ha hecho mayor”. Si eres creyente, educar en la fe y ser consecuente es fundamental. Sin embargo, si uno no cree, o apenas se acerca a la Iglesia por la razón legítima que sea, no tiene por qué llevar a cabo toda la parafernalia: es mucho más sensato y más lógico optar por la decisión contraria y que el niño no tome la Comunión. Así de simple. Créeme: no va a estar señalado por ello.

OTRO TIPO DE FIESTAS SON POSIBLES…

Y, si lo que quieres es celebrar la madurez del pequeño o su llegada a la preadolescencia, o una fiesta sin más, adelante: hazlo sin miedo, pero no lo justifiques bajo el paraguas de una Comunión, porque empaña el sentido real de ésta.

Estas premisas son las que he intentado mantener todo lo que he podido. Sin embargo, reconozco mi debilidad humana. Me he dado cuenta de que en muchas ocasiones se nos va la fuerza de las palabras por la boca, ensombreciendo el mensaje con un ejemplo que parece ir en sentido contrario. Y navegas entre dos aguas: intentando ser fiel a esos principios, pero deslumbrándote por los preparativos más de lo que hubieras deseado. Porque, ¿cómo voy yo a
dejar a mi niña sin fiesta, sin vestido, sin regalos? En esas estamos, y esta es la realidad que me he encontrado hasta el momento sobre las comuniones en España y cómo de repente, sin saber muy bien cómo hemos llegado a eso, me veo inmersa en una vorágine de preparativos de la que no puedo huir.

ORGANIZAR UNA COMUNIÓN SIN DERROCHES

Me dicen que muchas familias tiran la casa por la ventana en las comuniones. Que organizan saraos impresionantes, para los que incluso algunos tienen que endeudarse. Que se pueden llegar a gastar más de 4.000 euros bien a gusto.

Quería comprobar si era capaz de organizar la Comunión de mi hija sin tanto derroche, pero a la vez con una celebración bonita que ella recordara como el día especial que es. Y empecé hace algunos meses. Esta es mi experiencia.

PRIMERO, LA FECHA

A principios de curso, muchas madres (y padres, claro, pero la realidad es que en las reuniones de catequesis somos mayoría, ya lo siento) andaban inquietas. Y preguntaban unas a otras, y preguntaban al sacerdote cómo era posible que en octubre aún no se supieran las fechas de las comuniones. Una inquietud que no alcanzaba a comprender. ¿Qué más daría el día exacto, si tenemos claro que será en torno a mayo?, pensaba yo. Ignorante de mí… Todo obedecía a un solo objetivo común: poner el pistoletazo de salida de un sinfín de reservas, citas, previsiones. Aquí empezó la carrera de fondo.

SEGUNDO, EL LOCAL

Bien, ya teníamos la fecha. Era el momento de reservar el local donde celebrar la comida. En Ávila hay pocos locales y muchas comuniones, así que empecé a correr sin darme cuenta, agobiada por si me quedaba sin sitio. En octubre. Bien, la sorpresa me llega en uno de los primeros restaurantes que visito. Allí, la encargada pone sobre la mesa varias cartas de menús.

Esto ya lo he vivido antes … Exactamente, en mi boda. Todo funciona igual: la reserva, el tipo de comida, la disposición de la sala. Son pequeñas bodas, y como tal se refleja en el precio de cada menú. Me comentan en algunos establecimientos que no te puedes salir de lo que está marcado en la propuesta, porque los platos van maridados con los caldos, y claro, se rompe la magia … Y mientras, el menú de los niños tiene como plato estrella macarrones con tomate (supuestamente la celebración era para ellos). Eso sí, que no falte la animación infantil. ¡Fundamental la animación infantil! Con pintacaras, hinchables y juegos varios, que ya se sabe que un niño no puede estar demasiado rato sentado, no sea que se aburra en exceso …

Volví a casa algo descolocada, con varias carpetas de menús bajo el brazo, y una sensación extraña, de quemazón. Creo que ahí es cuando me di cuenta de que no todo iba a ser tan sencillo como había imaginado.

TERCERO, EL VESTIDO

Una vez decidido el restaurante, era el turno de otra cuestión compleja: el vestido. Tengo la suerte de tener dos niñas preciosas, pero creo que en esta ocasión ese dato juega en mi contra. Sin apenas entender de moda, en pocas semanas estaba hablando de cancanes, tules y organza como la aguja más diestra de todo atelier.

Llegamos un martes lluvioso a la tienda. Todos en la familia teníamos claro que queríamos el traje más sencillo posible. Y lo encontramos rápido. En esto tengo que alabar la determinación de mi princesa, que se decantó por el vestido en apenas cinco minutos. Pese a la insistencia de la dependienta, no quiso probarse muchos más modelos.

Parecía que lo habíamos conseguido. Recto, sin grandes pretensiones, sin firma de renombre, no excesivamente elevado en precio … ¡Error! Una niña lleva mil cosas más junto con el vestido. Prendedor de pelo, fajín, complementos, la chaquetita por si hace frío en la iglesia, guantes, capa, faldriquera…

Redujimos todo a la mínima expresión, hasta que llegó de nuevo la dependienta a recordarnos que debíamos elegir tanto los calcetines de hilo como la ropa
interior especial para ese día. Lógico: no vaya a ser que con una ráfaga de aire se le levante el vestido a la niña y se vean unas braguitas blancas de Primark, bajando de categoría su look. Por supuesto, quedó descartada la recomendación.

Aún así, poniendo todo el interés del mundo en lograr la mayor sencillez posible y que la niña estuviera resplandeciente (algo que consigue ella misma sin apenas esfuerzo), el desembolso por el vestuario es importante. Creo que aquí la contención y la sobriedad deben ser las claves.

CUARTO, LAS FOTOS

Nueva parada, el fotógrafo. Descartadas las fotos del interior de la iglesia, realizadas por un único fotógrafo para todos los niños a fin de evitar una nube de flashes que les distraiga de la celebración, decidimos solicitar un reportaje de estudio. Sé que este punto no es necesario, y puede ser hasta superfluo para algunos, pero en casa nos gusta mucho la fotografía. De hecho, el álbum será el regalo familiar que le vamos a hacer a nuestra hija. Un amigo y colega de profesión se encargará de ello. Tuve que recordarle la recomendación que me hizo la dependienta de la tienda del vestido: no la lleves a hacer fotos a la vía del tren, que se mancha el traje. Porque, evidentemente todos sabemos que una Primera Comunión queda simbólicamente muy representada entre raíles, plasmando así su verdadera esencia …

QUINTO, LA PELUQUERÍA

Peluquería no ha hecho falta contratar. Ese día me metamorfosearé en Llongueras para hacer que los rizos de mi hija luzcan brillantes. Y creo que seré capaz de ponerle el prendedor en la mitad de la cabeza. Vamos, como hago cada mañana cuando va al colegio. Nos evitamos así las pruebas de peinados, y las tentaciones de que quieran hacerle las uñas de porcelana o darle un toque de brillo de labios. Sí, no me invento nada: son tendencias cada vez más extendidas en las comuniones. Para niñas de diez años, no nos olvidemos.

SEXTO, LOS REGALOS…

Y los regalos … Éste es un tema aparte. Aquí poco puedes hacer porque no dependen de ti. A no ser que te pregunten tu opinión. Así hizo mi hermano hace unos días. Él es el padrino de la niña y quería regalarle algo especial. Cuando me insinuó que estaba pensando en comprarle un hoverboard, casi me da un infarto. ¿Dónde quedaron los regalos clásicos, sencillos, poco llamativos? Un reloj, una cadenita, un anillo. Algo que le recuerde para siempre la importancia de ese día. Un móvil, un patín eléctrico, o un viaje a Eurodisney son una pasada, pero además de excesivos, son efímeros. Recuerda: nuestros hijos no necesitan grandes cosas, sino detalles con significado, con alma.

consejos para preparar una Comunión
Los regalos deben ser un bonito recuerdo de un día muy especial.
… Y SÉPTIMO, LOS RECORDATORIOS

También ha cambiado el recuerdo de la Comunión que el niño da a sus invitados. Los recordatorios en papel han pasado a la historia, sustituidos por galletas con glaseado de dibujitos, detalles personalizados o manualidades realizadas en casa. Aquí nosotros hemos optado por algo más solidario, pero como no ha llegado la Comunión y queremos que sea una sorpresa, me vais a permitir que no lo cuente.

consejos para preparar una Comunión
Las galletas de fondant pueden convertirse en recordatorios de Comunión.

 

Restaurante, vestido, fotos, recordatorios, … Creo que no me falta nada más. Bueno, vestir al resto de la familia (la enana pequeña suplica por llevar ese día una corona de flores). Ahora, a un mes de la celebración, hago balance y veo que, aunque en algunas cuestiones he tenido que ceder a la presión del entorno, en esencia ha vencido la sencillez (espero). Lo fundamental sé que lo tengo: cita en la iglesia, un sacerdote, y una niña preparada durante años en catequesis. Sé que lo demás vendrá rodado.

Auxi Rueda.

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